martes, 28 de agosto de 2012

Olor a mar y menta

Tres años han pasado ya desde la primera cirugía de Mariana. Tres años que, medidos en meses y días y horas no parecen mucho pero haciendo el recuento de todo lo vivido en ellos, es inmensurable. En estos tres años he aprendido más que nunca a amar la vida gracias a Mariana y a través de Mariana. Gracias a que, en palabras de Neruda, cortó la desdicha y se hizo con ella pantalones. Y qué pantalones. Me atrevo a escribir esto ahora que veo la veo más feliz y más llena de entusiasmo que nunca, y ese nunca es uno que incluye la época pre-VHL. Escribo ahora porque sé que hoy ella va a compartir la alegría. Durante este duro choque que nos tocó vivir como familia y como personas, hubo momentos en que vi a Mariana profundamente triste y llena de dolor y momentos en que yo también lo estuve-aunque mi dolor no era mío sino suyo. Por eso hoy escribo alegre. Hoy después de unos meses de observar en ella una profunda catarsis. Un cambio de color en su guardarropa y en su cabello que son tan solo pequeñísimos símbolos de los cambios de actitud y de los avances que con gran y admirable fuerza ha logrado. Porque sólo un profundo amor a la vida y una gran pasión logran en tan solo tres años ver un padecimiento como el que ha tenido ella que superar como una oportunidad para VIVIR y no como una desgracia. No cualquiera se despoja tan pronto de los miedos y de toda la vibra negativa que le rodea para salir a volar libre por la vida. Porque todos los enormes avances logrados hasta hoy y la actitud con la que Mariana se enfrenta al gran horizonte que tiene por delante son una decisión y se alcanzan con fuerza y perseverancia;  los tratamientos médicos son solamente la posibilidad de curarse. Mariana decidió curarse en el más amplio sentido de la palabra y ha demostrado que, efectivamente, tenía y aún tiene mucho amor para dar.

Por eso va para ti este poema, Mariana, porque no esperaste una noche, ni un día, ni uno sino tres años cortos y largos a la vez pero nunca halagaste la desdicha. Me queda claro que la rechazaste dándole forma de muro pues eres de los que amamos el olor a mar y menta que la vida tiene entre los senos.

Oda a la vida 
Pablo Neruda

La noche entera
con un hacha
me ha golpeado el dolor,
pero el sueño
pasó lavando como un agua oscura
piedras ensangrentadas.
Hoy de nuevo estoy vivo.
De nuevo
te levanto,
vida,
sobre mis hombros.

Oh vida, copa clara,
de pronto
te llenas
de agua sucia,
de vino muerto,
de agonía, de pérdidas,
de sobrecogedoras telarañas,
y muchos creen
que ese color de infierno
guardarás para siempre.

No es cierto.

Pasa una noche lenta,
pasa un solo minuto
y todo cambia.
Se llena
de transparencia
la copa de la vida.
El trabajo espacioso
nos espera.
De un solo golpe nacen las palomas.
Se establece la luz sobre la tierra.

Vida, los pobres
poetas
te creyeron amarga,
no salieron contigo
de la cama
con el viento del mundo.

Recibieron los golpes
sin buscarte,
se barrenaron
un agujero negro
y fueron sumergiéndose
en el luto
de un pozo solitario.

No es verdad, vida,
eres
bella
como la que yo amo
y entre los senos tienes
olor a menta.

Vida,
eres
una máquina plena,
felicidad, sonido
de tormenta, ternura
de aceite delicado.

Vida,
eres como una viña:
atesoras la luz y la repartes
transformada en racimo.

el que de ti reniega
que espere
un minuto, una noche,
un año corto o largo,
que salga
de su soledad mentirosa,
que indague y luche, junte
sus manos a otras manos,
que no adopte ni halague
a la desdicha,
que la rechace dándole
forma de muro,
como a la piedra los picapedreros,
que corte la desdicha
y se haga con ella
pantalones.
La vida nos espera
a todos
los que amamos
el salvaje
olor a mar y menta
que tiene entre los senos.